Qué cruel es el mundo conmigo

Yo no sé por qué pero la gente se piensa que yo no tengo sentimientos y a mí eso de la pintada del coche en la que ponía "Cara acelga" me ha dolido aquí dentro. Un daño irreparable, de hecho.

Y como la vida me parece tan injusta tan injusta con los que obramos de buena fe, he ido a hablar con el ricitos de oro del becario. El chico ha empezado a defender a mi kinki favorita a capa y espada autoculpándose de las pintadas de mi maravilloso coche. Era evidente que él no las había hecho porque aunque le tengan explotado, el chico analfabeto no es. Además a mí tanta generosidad me ha empezado a revolver el estómago y le he dicho que estuviera tranquilo, que su amiga la delincuente se lo agradecería de todas formas y que seguro que le invitaba a una horchata para agradecérselo pero que conmigo se dejase de tonterías de ese tipo. Así que le he hecho acompañarme donde estaba mi querido vehículo y le he dicho que más le vale dejármelo resplandeciente. Si así es, me replantearé si les denuncio o no.

El becario me intentaba convencer todo el rato de que todo había sido una simple bromita. La verdad es que yo me estaba riendo un rato, para qué nos vamos a engañar. Y es que no sabéis la satisfacción que produce tener un esclavo a mis órdenes. Ha sido una pena haberme dejado el látigo en casa porque eso ya habría supuesto mi sueño completo.